lunes, junio 02, 2008

Hace un rato

De pronto me doy cuenta de que estamos en junio y no en abril. Lo cierto es que me percato(1) al pasar por una esquina que es el mes de abril de hace varios años y, por tanto, ya todos los meses de abril: la del Ateneo Riojano, una tarde protegida de un chaparrón amable que vi desde el primer piso sobre los plátanos.
Es posible que la memoria proceda de las variaciones complejas, pero al final monótonas, del tiempo atmosférico. Por eso hablamos del tiempo, que es el puto gran atractor de todas las conversaciones que se precien.

(1) Esto quiere decir que algo me ha hecho pensar en abril; no que no supiera que estamos en junio.

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